František Kele - uno de los alpinistas y viajeros eslovacos más destacados, que a la vez ejercía de escritor, geógrafo y pedagogo- nació en la capital, en Bratislava, pero su juventud pasó en las montaňas de los Altos Tatras. Siempre decía que a las montaňas se debe ir para vivir, no para morir, sin embargo el pasado domingo, el 19 de octubre, falleció precisamente en su lugar más amado – en los Tatras. A 78 aňos de edad estaba paseando en la colina cerca del albergue de Rysy y resbaló fatalmente.
El padre de František Kele, František Kele senior, tuvo que cambiar su vida después de que los comunistas le nacionalizaron la tienda con equipamiento para deportes. Decidió mudarse con toda la familia a los Altos Tatras, en los que se hizo el responsable del albuerge Zbojnícka chata. Su hijo le acompaňaba durante las excursiones por las montaňas ya desde su edad más temprana. Por ello no es de soprender que siguió sus huellas y para toda la vida se enamoró del turismo y alpinismo.
František Kele junior realizó más que 550 ascensos, de ellos 50 primeros ascensos, que son números que no necesitan más palabras ni elogios. A la edad de 15 aňos se convirtió en el guía de montaňas más jóven de los Altos Tatras. Además visitó todos los continentes excepto de Oceanía y tres veces viajó alrededor del mundo. En el aňo 1984 encabezó la primera expedición eslovaca al monte de Everest y en nueve aňos la primera expedición de nuestro país al Polo del Norte. En su biografía aparecen también los ascensos de los montes Aconcagua y Kilimanjaro. Kele escribió más que 30 libros de viajes, varios de ellos editados en el extranjero. Escuchemos ahora sus memorias, que he encontrado en el archivo de la Radio Eslovaca y que fueron emitidas en julio del aňo en curso:
“De niňo leí el libro Robinson Crusoe y desde entonces he soňado con viajar a aquella isla. Aunque Defoe en su libro sitúa la isla en el delta amazónico, sabía que la isla que le había inspirado en realidad, fue una de las islas del Archipiélago de Juan Fernández. Tres aňos y medio vivió allí el náufrago Alejandro Selkirk. Hace tiempo conseguí visitar aquella isla durante mi expedición por Chile. Mis compaňeros de viaje me propusieron que viajasemos allí, para que por fin estuviera satisfecho. Había conexión aérea, no obstante yo quise arribar a la isla a borde de un barco. Una vez al mes, una embarcación de carga navega a Juan Fernandez, el trayecto dura aproximadamente dos días y medio. En 20 horas de navegación entramos en una tormenta tremenda, hasta el capitán tuvo que lanzar una seňal de socorro. Me dio un fuerte mareo. Afortunadamente uno de mis compaňeros fue capaz de atender a los demás, incluso a los miembros de tripulación. La situación fue de verdad grave, dado que no había ninguna embarcación más en los alrededores. Entonces, casi se me cumplió mi sueňo más de lo esperado, dado que no faltaba mucho para convertirme en un verdadero náufrago.”
Ya sabemos como František Kele pudo sentirse al borde de una embarcación, pero ¿cómo fueron sus sensaciones al estar en la cima de un monte?
“Cuanto más alto es el monte, más duro es adaptarse a las condiciones, debido a la falta de oxígeno. A menudo ocurre que los alpinistas, por ejemplo en el Himalaya, no recuerdan dónde estuvieron. Ni hablar sobre algunos recuerdos especiales del momento de conseguir la cima. Yo hablé con unos suizos que se enteraron que habían ascendido el monte Everest sólo después de curarse de hipoxia, después de seis semanas. Lo reconocieron gracias a sus fotos. En cuanto a mis recuerdos privados... He tenido dos tipos de sensaciones: una cosa es la alegría y la satisfacción que el alpinista siente después de lograr el difícil ascenso y otra cosa es el encanto por la naturaleza. Sin embargo, para poder admirar la vista hay que tener la mente clara. Yo en mis mejores aňos me sentía bien hasta 7000 metros de altura. En este sentido, las disposiciones de cada uno difieren mucho.”
František Kele se dedicaba en su juventud al alpinismo deportivo, pero después decidió orientarse más al alpinismo y los viajes que brindan algúnos beneficios, o sea en cuanto a nuevos conocimientos de la geografía o la herbolaria o también de la historia. Conjuntamente emprendió 70 expediciones diferentes, lo que siginifica que pasó once aňos de su vida en los viajes. František Kele organizó por ejemplo las expediciones en huellas de nuestras personalidades destacadas y a la vez viajeros extraordinarios- de Móric Beňovský, Milan Rastislav Štefánik y Martin Kukučín.
“Éstos tres hombres me han inspirado mucho dado que siempre viajaban con alguna meta concreta y en cada lugar visitado dejaron su huella. Móric Beňovský, por ejemplo, fue un viajero genial. Como bien sabemos al Estrecho de Bering arribó siete aňos antes que James Cook. El destacado escritor Martin Kukučín vivió entre 1908 y 1922 en Punta Arena, donde se dedicó a organizar expediciones en esa región. De aquel período de su vida editó el libro Los Paseos por Patagonia, lo que es una monografía espectacular. Y para hablar sobre los viajes de Milan Rastislav Štefánik necesitaría un par de horas más. Por lo menos me gustaría decir que Štefánik en el aňo 1913 trabajó en el observatorio geofísico en el parque La Alameda en Quito, en el que realizó una labor espléndida. Los empleados del observatorio lo recuerdan muy bien, pero no sabían que se trataba de un eslovaco”, relató František Kele.
Se enteraron del origen de Milan Rastislav Štefánik hasta cuando František Kele inauguró en el observatorio su busto. El busto similar, del escultor Viliam Loviška, se halla también en la ciudad de Passa Quatro en Brasil. Sobre František Kele podríamos hablar horas y horas, no obstante el tiempo no se lo permite. Sólo aňado que Kele, a sus 70 aňos de edad, dio la vuelta a Eslovaquia y a pie, en tan sólo 11 días. Ahora cedo la palabra al jefe de Asociación Nacional de los Guías de Montaňas Igor Drgiňa: ”Tenemos que admirar su perseverancia, con la que inciaba nuevas y nuevas excursiones y expediciones en el período de socialismo, cuando no era nada fácil salir fuera del país. Pués, no solamente que respeto mucho su resistencia física y psíquica, las que tenía que aprovechar en un sinfín de momentos duros durante sus ascensos o viajes, sino también su fuerza y virtud en organizar y refinanciar todo ello.”