Según el analista político, Michal Horsky, resulta interesante que los diputados de la oposición no son capaces de adoptar una actitud correcta frente al extremismo, mientras que, por otro lado, no tienen ningún problema para criticar duramente a la coalición gobernante.
"La experiencia de democracias europeas consolidadas ha demostrado que el ostracismo, tanto de los partidos extremistas como de los orientados contra el sistema democrático, es la manera más eficaz en la protección de la democracia representativa. En caso contrario, se estaría legitimando gradualmente a esos partidos", aseveró Horsky.
El partido de Marian Kotleba defiende abiertamente la xenofobia y la ideología de Hitler. El hecho de que la coalición impidiera que los diputados de la extrema derecha ocuparan la vicepresidencia de algún comité, en opinión de Peter Weisenbacher, del Instituto de Derechos Humanos, es la única solución posible.
"El partido de Kotleba no es democrático. Llegó al Parlamento engañando a los votantes. Si recientemente ha sido presentada una querella ante la Procuraduría General para que ésta investigue la posibilidad de disolver dicho partido, entonces es lógico impedir que tengan representantes en los órganos del Estado, especialmente en un comité como es el de Defensa y Seguridad", añadió Weisenbacher, destacando que la votación de la oposición es triste, pero no sorprendente. "Después de que supiéramos que el líder de SaS, Richard Sulik, antes de los comicios se reunió con Marian Kotleba y de las declaraciones desafortunadas de algunos diputados de SaS, me temo que incluso puede haber algún tipo de colaboración en el futuro, por ejemplo, en torno a la problemática gitana, en la que los programas de SAS y de Kotleba son muy similares", finalizó.