En un acto organizado por la Embajada de Israel en Eslovaquia, siete ciudadanos eslovacos fueron galardonados con el título "Justo entre las Naciones". A la entrega de premios, que fue presidida por el embajador israelí Alexander Ben-Zvi y la cónsul Avital Gershon, asistieron el más alto mandatario eslovaco, Andrej Kiska, el presidente del Parlamento, Andrej Danko, la ministra de Justicia, Lucia Žitňanská, el vicepresidente del Gobierno para inversiones e informatización, Peter Pellegrini, así como varios diputados eslovacos. En la lista de premiados fueron inscritos Filip Martišek, Anna Martišková, Ondrej Hažer, Helena Hažerová, František Svrbický, Gizela Svrbická y Katarína Pastorková, una viuda que crio sola a cinco hijos. Durante la Segunda Guerra Mundial acogió en el bosque a una niña, llamada Mirka, cuyos padres se sumaron al Levantamiento Nacional Eslovaco del 1944. La niña creció en su hogar hasta que volvieron sus padres a recogerla después de la guerra. Mirka siguió en contacto con su salvadora y los hijos más adelante.
La entrega de esta especial medalla fue realizada en representación de los descendientes de los premiados cuyos nombres serán grabados también en el Muro del Honor en el Jardín de los Justos de las Naciones en Yad Vashem, en Jerusalén, junto a los otros 570 hombres y mujeres procedentes de Eslovaquia. Este sitio recuerda las acciones de unas 27 mil personas de diferentes países en el salvamento de vidas de personas de origen judío.
El galardón Justo entre las Naciones se entrega tradicionalmente el Día Internacional de conmemoración de las víctimas del Holocausto a aquellas personas que sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda y refugio de manera altruista y singular a los miembros de la comunidad judía. Las personas reconocidas con el mencionado premio reciben una medalla especialmente acuñada con su nombre, un diploma de honor y el privilegio de tener sus nombres grabado en el Muro del Honor en el Jardín de los Justos de las Naciones en Yad Vashem. Según los testimonios de los premiados, la mayoría de los salvadores eran personas corrientes. Algunos actuaban por convicción política, ideológica o religiosa; otros lo hicieron porque les importaba la gente a su alrededor. En muchos casos nunca planearon convertirse en salvadores, y no estaban preparados para el momento en el que debieron tomar una decisión de tan largo alcance.