Según la Seguridad Social eslovaca en nuestro país viven 222 personas que han celebrado ya sus 100 años de vida. De todos ellos, únicamente 43 son hombres. En estos momentos esta longevidad es una rareza, atractiva solamente para los medios de comunicación y en cierta manera para los políticos, pero quizás en poco tiempo sea algo más generalizada.
Según algunos estudios, en el año 2060 el número de centenarios en nuestro país podría llegar a los 3.000, tal y como indicaba el experto en demografía de la aseguradora Allianz, Michael Grimm. Otros pronósticos, como el del Centro de Estudios Demográficos calcula el mencionado número en 5.200. Por aquel entonces la edad media de mujeres y hombres en Eslovaquia rondará los 87 y los 82,5 respectivamente. Con todo, con el alargamiento de la vida, también se producirá un descenso de la natalidad y, en general, un envejecimiento de la población. Por otra parte el demógrafo Branislav Šprocha avisa que si en estos momentos medio millón de eslovacos reciben puntualmente el importe de su jubilación, en este año 2060 serán casi dos millones. El peso de este grupo, indica, pasará de ser del 17 % de la población, a casi el 37 %. Para que el número de jubilados se mantuviese igual que hasta ahora en nuestro país, la edad de jubilación debería pasar, hasta el 2060, de los actuales 62 hasta los 75 años. La Directora de la Asociación de empresarios de Servicios Sociales, Milada Dobrotková, avisa de que los resultados del actual desarrollo demográfico pueden ser para nuestro sistema social y sanitario realmente destructivos. Por un lado, indicaba, nos gusta saber que viviremos más, pero por otro, evidentemente no es posible mejorar la calidad de vida, de forma significativa, en el mismo espacio de tiempo. En este momento, al estado le cuestan 1.900 euros mensuales cada persona ingresada en una residencia pública de ancianos. Para Dobrotková, el estado podría estar interesado en apoyar la permanencia de estas personas en sus casas siempre que esto sea posible. Šprocha indica también que este desarrollo demográfico será sentido también en otros ámbitos, como la disminución de niños en las escuelas primarias, en el descenso de interesados en estudios universitarios, un menor número de demandas de acceso al mercado de trabajo, y también, el envejecimiento de los consumidores comportará un descenso en la demanda de servicios y productos.