Una de las razones de las excelentes relaciones que existen entre checos y eslovacos, tal vez podría ser la división política relativamente rápida del estado común. Si se hubiera convocado un referéndum sobre la separación del Estado, este podría haber complicado todo el proceso. Así se pronunció Václav Hřích, de la agencia pública AKO, al referirse a los resultados de la encuesta llevada a cabo por encargo de la Agencia de Prensa de la República Eslovaca (TASR).
Según Hřích, surgiría un problema político, sobre todo, si el referéndum arrojara resultados diferentes en varios territorios de la federación, por ejemplo, si la parte checa apoyara la división y la parte eslovaca no.
La encuesta realizada por AKO durante la primera quincena de diciembre sobre una muestra representativa de 1.000 entrevistados reveló que incluso 30 años después de la disolución de Checoslovaquia, las opiniones de los eslovacos sobre este asunto están polarizadas en grupos casi del mismo tamaño.
El 45,8 % de los encuestados considera que la división de la República Federal Checa y Eslovaca fue beneficiosa. De dicha cifra, el 18,7 % lo afirmó con total certeza. Casi la misma proporción, el 44,6 % de los entrevistados, estima que la separación no fue beneficiosa. El 19,8 % de este último grupo alegó estar convencido de ello.
“Desde un punto de vista estadístico, es una cifra idéntica. Incluso están reflejados los acuerdos y desacuerdos más extremos. Definitivamente es un beneficio para el 18,7 % y no lo es para el 19,8 % de los entrevistados. Es casi el mismo número otra vez", afirmó Hřích.
Acorde con la encuesta, el sentimiento por la federación es ligeramente mayor entre la generación de personas de mayor edad, que la vivió directamente. "Las personas de cuarenta años de edad o mayores tienen experiencia personal con este tema. Para los más jóvenes, es algo así como el Levantamiento Nacional Eslovaco, algo del pasado que se puede aprender de los libros. No fueron testigos del ambiente tenso que se vivió en el país, de todo lo experimentado en torno al nombre de la república federal, ni de lo que pasó el 1 de enero de 1993 en las plazas. Y, luego, tampoco conocen de la creación de las instituciones del Estado”, precisó.
En 1993, en opinión de Hřích, mucha gente respaldaba la división debido a la opinión generalizada de que desde Praga ordenaban todo lo que había que hacer. “Ahora, de nuevo, hay personas que aseveran que las órdenes vienen de Bruselas", concluyó.
El 8,8 % de los encuestados no supo evaluar la situación y el 0,8 % se negó a hablar del tema.